Es el nombre elegido para el Concurso Literario 2020
Y LOS GANADORES SONNNN
- Adultos: categoría poesía ganador Noemí Fraerman “Juguemos"
- Adultos: categoría cuento ganador José Luis Prieto "Hondo jagüel"
- Jóvenes: categoría cuento autor individual ganador Juan Ignacio Spósito
"La cuarentena
fantástica y misteriosa"
- Jóvenes: categoría cuento autor grupal
Ganadores: Rafael Britez, Anabella Cadena, Thiago Lattanzi,
Mauro Nóbile.
" Investigación
extraña "
Menciones especiales
Categoría adulto cuento
- Delia Bidart "Río rojo"
- Magdalena Gauna "Mi vestido blanco"
Ahora sí, te compartimos las composiciones del Concurso Literario 2020.
Hacé clik para que comience:
- "Río rojo" de Delia Bidart
https://soundcloud.com/user-522570330/whatsapp-audio-2020-12-02-at-115440
Una de
tantas mañanas, hace algunos años, no tantos, cuando era muy pequeña, alrededor
de cinco años, ocurrió un hecho del que recuerdo la sensación de sorpresa y
curiosidad.
Navegábamos
por un río ancho del delta del Paraná, con sus aguas de ese característico
color marrón, fruto de los residuos de vegetación y barro arrastrado por la corriente,
cuando de pronto, mirando hacia adelante, las aguas comenzaron a tomar un color
rojizo cada vez más intenso.
Con la
curiosidad a flor de piel presté más atención y descubrí que el río estaba
totalmente cubierto por manzanas rojas; a medida que nos acercamos, la
impresionante marea de manzanas cubrió toda la superficie a nuestro alrededor,
golpeando suavemente los bordes de la lancha, tiñendo todo con su tono rojizo.
Eran pequeñas,
con su color rojo predominante salteado aquí y allá por tonos amarillos,
marrones y verdes. Flotaban libremente a merced de la deriva provocada por la
corriente.
Con
curiosidad miré a mi padre, quien me contó que en esa zona los productores
preferían tirar la fruta al río cuando los precios eran bajos y no cubrían los
gastos de la recolección.
Sorprendida
y sin comprender demasiado, volví a mirar la invasión de manzanas flotantes con
cierta sensación de asombro. Hace algunos años atrás volví a recordar la
anécdota, cuando oí una noticia sobre productores de río negro que tiraban
peras por no cubrir los costos necesarios, causándome además del recuerdo una
enorme tristeza por la repetición de la historia.
"La Cuarentena fantástica y misteriosa" de Juan Ignacio Spósito
https://soundcloud.com/user-522570330/whatsapp-audio-2020-12-03-at-173218
Los casos del nuevo corona virus, aumentan día a
día. Los científicos no logran realizar una vacuna.
Mientras tanto, la población mundial
continúa encerrada en sus correspondientes hogares. Hubo gente que desarrolló distintas enfermedades,
en consecuencia, de esta cuarentena que parece eterna.
Yo continúo en mi casa, como lo
hace toda la sociedad a nivel mundial.
Estoy en mi
casa, con mi mamá y papá. Hago las tareas correspondientes que la escuela me
solicita.
Mi casa es de un tamaño mediano. En
el frente hay una reja, luego un pequeño patio de unos 4 metros de
longitud. Cuando el mismo termina, está la que sería la puerta principal
de la casa que además es de madera. Luego, de tras de la puerta, hay una
escalera la cual finaliza en un living comedor. Justo al
lado del final de la escalera, hay una puerta de madera,
corrediza, que conduce a la cocina. En el otro extremo del ya nombrado
living comedor, hay una puerta con un baño
chico. Justo al lado del mismo hay una escalera la cual conduce a los
dormitorios.
Los días de cuarentena son bastante
duros, sobre todo por la convivencia dentro de nuestras casas. Encontrarnos
siempre con las mismas personas, sin ir a la escuela y sin poder ver a nuestros
amigos es una etapa complicada que debemos superar.
Lo
que principalmente más extraño de la vida cotidiana, se puede decir que es la
rutina. Un día tener una materia, otro día otra, un día que voy a ingles
particular, otro día que voy al club, etcétera.
Ahora la rutina es muy
diferente, claro que no puedo ir a ninguno de los lugares mencionados. Me
levanto, me lavo los dientes, desayuno, hago algunas cosas del colegio, luego
juego con cualquier cosa que se me ocurre en ese momento.
Por lo general juego a lo que se me ocurra en
ese momento libre. A veces, se me
ocurre jugar a la computadora y otras veces, salir al patio y reventar la
pelota contra la pared reiteradas veces. Aunque parezca extraño,
este tipo de locuras son las que se me ocurren hacer a menudo. Incluso si
tengo ganas de leer lo
hago. Luego tipo doce comemos, y a la tarde nunca hago algo en
concreto. No soy una persona muy rutinaria. Pero extraño la rutina. Sí… ya
lo sé, soy
medio raro. Puede ser que en realidad extrañe el colegio y no lo quiera
aceptar o los amigos.
Luego cenamos y nos
vamos a dormir.
Últimamente a mi mamá
la noto media extraña. Puede ser el encierro, ¿extrañará lo mismo que yo?
Realmente, no lo sé. Hay veces que se pone a
los gritos sola y encima esto ocurre a la noche.
¿A quién le hablará?
Pienso yo o ¿con quién habla?
Debe estar soñando,
pensé. Pero ayer a la noche se levantó, y comenzó a correr por toda
la casa, gritaba y comenzó a patear los muebles.
Los gritos fueron
tantos que los vecinos
vinieron a ver qué estaba pasando. Yo salí, los vecinos estaban igual de desesperados que yo.
No pude dar demasiada información. Yo entendía lo mismo o menos que
lo que estarían entendiendo ellos.
Hoy a la mañana cuando
me desperté, no tenía las sábanas, estaba totalmente destapado. Aunque
parezca mentira, esto me llamó mucho la atención. Mi mamá siempre controla que
yo esté tapado, más en estas épocas más de frío.
Bajé a desayunar a la
cocina, mi mamá comenzó a gritar otra vez, y encima ahora me comenzó a pegar,
hizo volar por los aires los adornitos que a ella siempre le
gustaron.
Yo salí corriendo a la
calle, porque mi papá, estaba en la calle haciendo no sé qué cosa. Le dije que
me ayudara. Él me respondió que no sabía lo que le estaba pasando a mi
vieja. Dijo que cuando se levantara la cuarentena la
iba a llevar a un siquiatra.
Corrí hacia adentro de
mi casa, tropecé con algunos escalones de la escalera, pero no me importó
y continué la subida.
Cuando llegué
arriba, mi mamá estaba desplomada en el piso.
¿Qué habrá producido
tal cantidad de sucesos de este tipo?
La verdad no sé nada al respecto, lo único que sé es
que mi mamá enloqueció en esta cuarentena eterna.
Mamá está poseída…
"Juguemos" de Noemí Fraerman
https://soundcloud.com/user-522570330/whatsapp-audio-2020-12-02-at-131057
Abracadabra
Juguemos al juego de inventar palabras
Palabras
Amasadas en el yunque por las manos del abuelo
Palabras
Construidas con las piedras del camino
Palabras
Que no prejuzguen
Que no sojuzguen
Que echen a volar las campanas
Que bailen en las fuentes iluminadas
Que despierten los corazones.
Imaginemos
Que juegan con nosotros
Arpegios
Jazzísticos
Que también son voces
Nombradas en sonidos
Que estallan desde las raíces más profundas
Y sus ecos llegarán
Impulsados por nuestro amigo el viento
A todos los confines
Le hablarán al oído a las semillas
Cuando rompan en mil flores silvestres
Darán más energía al canoero
Mecerán la cuna suavemente
Entretanto
Soñaremos
Seremos la semilla
Cruzaremos en bote el océano que nos separa
¿podremos?
¡podremos!
Lo lograremos
Y cabalgaremos
Montados en pegasos
Vos y yo
Ella y él
El comerciante
El criticante
El obelisco
Y la odalisca
Y estas ganas locas
De cantar la ronda alrededor del mundo
Empujándote
Empujándonos.
"Mi vestido blanco" de Magdalena Gauna
https://soundcloud.com/user-522570330/whatsapp-audio-2020-12-02-at-112116
Ahí estaba
Leyla sentada en el jardín rodeada de las fragancias de toda clase de flores.
Leía un libro en el cual no se podía concentrar porque muchos pensamientos se
agolpaban en su cabeza. Pensaba en ese vestido blanco sin manchas y sin arrugas
que desde pequeña le habían enseñado que debía conservar para cuando el señor
viniese. Se acordaba de Virginia, su amiga que confió en sus manos una canti-
dad importante de dinero y que le había dicho:
_ “Tenelo vos.
La semana que viene me caso y esto lo estuve juntando para el viaje de bodas”.
Leyla piensa:
_ “Ella se casa y no es tan bonita ni simpática,
pero es un monumento a la bondad y al servicio del señor y el prójimo. Y se
casa con Octavio ese hombre al que parece que le gustaran todas las mujeres. No
es muy lindo, pero es inquietante. Hay algo en él que te hace seguirlo con la
mirada y desear que te hable .no quiero pensar en eso, no está bien delante del
señor.
ahora se está
corriendo la voz que viene una cuarentena por causa de un virus que ronda por
los países. ¿será el final? Espero que no porque hay muchos jóvenes y no tanto
que aún no han disfrutado nada de la vida. Pero pareciera que avanza a grandes
pasos”.
Entonces de repente, alguien le chista:
- “Ch, ch. Hola Leyla. ¿estás compitiendo con las
flores de tu jardín?”.
Ella se sonrojó.
_ “¿Qué hacés por la calle Octavio? Están prohibiendo
transitar libremente”.
_ “Todavía no está concretado”. ¿querés acompañarme
a mi despedida de soltero?”.
_ “No está bien. Virginia es mi amiga y además el
único dinero que tengo es el que ella me dio para que se lo guarde”.
-_Dale, vamos a cenar, bailar y al casino. Con eso y
con lo que yo tengo haremos una fortuna. Disfrutemos la noche, nena. Te haré
conocer lo maravilloso de la vida”.
_ “No ¿y mi amiga? ¿y el señor?”.
_ “Tu amiga nunca se va a enterar y dejá de soñar
con ese vestidito blanco.”.
Leyla piensa:
_ “Realmente me tentó con su manera y sus palabras.
Quizás en el fondo anhelaba lo que él me proponía.
Acepté”.
_ “Dale nena antes que venga la parca”.
Salieron apurados. No querían perder el último tren.
Disfrutaron de la cena y el baile. Aunque la imagen
de Virginia no se apartaba de la cabeza de Leyla. habían bebido, cuando Octavio
le dijo
Que irían a un hotel. Ella accedió blandamente.
Al entrar, a Leyla se le presentó la imagen de un
esplendoroso vestido blanco como recién planchado y levemente murmuró:
_ “Adiós mi vestidito. Y una lágrima rodó en su
mejilla.
Octavio habla con voz grave:
_” Te arrepentiste o te acordaste de tu amiga? Un
poco tarde, nena.
Yo te haré recordar para qué vinimos aquí y no
precisamente a lamentarnos”.
De pronto, estando en la habitación se escuchó un
estallido y por un altoparlante avisaban que había que desalojar el edificio
rápidamente.
Octavio fue a buscar el dinero y la documentación
que había dejado en la entrada. Le dijeron que solamente le podían dar los
documentos porque con el calor del incendio se habían trabado las llaves de la
caja fuerte y por ahora nada se podía hacer.
Salieron atónitos. Caminaron por la calle sin decir
una palabra.
Ambos sabían que no recuperarían ni un centavo.
De pronto Octavio sintió un malestar.
_“¿Qué pasa, el humo te hizo mal?¿o aún no digeriste
la bebida que tomaste?”.
_ “No, la verdad es que hace unos días me duele la
garganta y a veces la cabeza”.
_ “Espero que no te hayas infectado con el virus”.
_ “No sé, pero me siento muy mal”. Tose (cof, cof).
-_ “Mira, acá hay una estación sanitaria. Vamos a
ver qué tenés”.
Rápidamente salieron a atenderlos y al explicar lo
que sucedía les hicieron los análisis pertinentes.
A Octavio lo aislaron y a ella le dijeron que tenía
que irse a su casa para cumplir una cuarentena por quince días como mínimo.
Caminó sin rumbo. Fue a tomar el tren y por suerte
tenía carga en la tarjeta sube. La cabeza le estallaba. Pensaba en el dinero de
Virginia que se había evaporado y en que el novio tal vez no se recuperaría.
Sin duda le había costado muy caro el engaño y un
rato de deleite porque en realidad nunca se habían enamorado. Solo era pura
atracción.
Al llegar a su casa como un autómata abrió la puerta
y la cerró de inmediato. Entró rápidamente y sólo atinó a lavarse las manos.se
desplomó sobre la cama y lloró largo rato exclamando:
_ “Señor, cuánto me alejé de tu camino. Qué lejos me
siento. Perdóname.
No pensé que un rato de placer me distanciaría tanto
de ti. Te he perdido amiga. Tal vez por envidia, pero la tentación pudo más que
la amistad y junto a tu hombre perdí el dinero del mejor momento de tu vida.
Nunca me presentaré delante tuyo.
En ese instante un fuerte dolor en el pecho le quitó
la respiración.
Tosió y lloró toda la noche. Al otro día, sin saber
en qué momento lo hizo, amaneció con ese vestido blanco que ya estaba ajado,
manchado
Y muy arrugado. Entonces llamó al médico pidiendo
asistencia y pensó:
_ “Señor, no supe conservar mi vestido sin mancha ni
arrugas”.
Cuando llamaron a la puerta, apenas logró abrir
porque volaba de
Fiebre. La pusieron en una camilla, camilleros
enmascarados y se la
llevaron. Los vecinos trataban de mirar desde la
ventana y nadie supo qué pasó con ella.
Así terminó el sueño de Leyla con su vestido blanco.
"Una investigación extraña" de Rafael Brites, Anabella Cadena, Thiago Lattanzi y Mauro Nóbile
https://soundcloud.com/user-522570330/whatsapp-audio-2020-12-02-at-130449
Alrededor de 1990, en el partido de
Avellaneda había una empresa de golosinas que era próspera y contaba con 5000
empleados, si bien todos percibían un buen sueldo y tenían una buena cobertura
médica, algo ocurría todos los años que a los dueños de la empresa los mantenía
en vilo.
Muchos trabajadores se sentían realmente afortunados de pertenecer a la compañía y no eran tan conscientes de lo que ocurría en ella debido a que el trabajo escaseaba, eran puestos de trabajo muy deseados por otros ciudadanos.
Siempre en el mes de octubre, dos
empleados desaparecían sin dejar rastro alguno.
Algunos lo hacían dentro de la empresa y otros por las inmediaciones. cansados de los reclamos de los familiares, la empresa contrató una agencia de investigadores para saber qué es lo que sucedía. Al mismo tiempo, la situación empeoró ya que uno de los principales accionistas de esta empresa desapareció también.
La investigación fue llevada a cabo por el señor Ramírez que era muy profesional y tenía una buena reputación en estos casos.
Él, junto a su equipo de trabajo descubrió luego de dos semanas que dentro de la empresa existía un grupo de trabajadores que pertenecían a una banda de secuestradores. Sin embargo, él no sabía si eran los únicos miembros de esa organización o si había más integrantes externos a la empresa. Por eso, hubo un día en el que el investigador Ramírez decidió pedirles permiso a los dueños de la compañía para que lo dejen ingresar al lugar durante la noche, ya que de esta manera podría averiguar un poco más sobre todo lo que había en la empresa: objetos que ayuden a encontrar a las víctimas. Finalmente, los propietarios lo dejaron ingresar, y el investigador fue esa misma noche a averiguar si había algún tipo de pista en el sitio.
Lamentablemente, a la mañana
siguiente, cuando los empleados comenzaron a llegar a la compañía, se
encontraron con una escena terrible, todas las cosas estaban revueltas y el
investigador no aparecía. Todos comenzaron a buscarlo por todos lados, incluso
por un túnel secreto que había allí; pero no lograron hallarlo.
Luego de 3 días, durante
la tarde, apareció Ramírez; todo lastimado. Él les contó a los dueños de la
empresa que cuando fue esa noche vio que un grupo de personas se dirigían hacia
un cierto lugar cerca de allí, entonces decidió seguirlos, pero estas personas
se dieron cuenta. Al ver que el investigador los había reconocido comenzaron a
correrlo y entonces él también comenzó a querer escapar; pero como estaba todo
oscuro no sabía por dónde ir. Finalmente, logró alumbrarse con una linterna que
tenía mientras que corría muy velozmente y llegó a una casa. Decidió quedarse
en ese lugar ya que de lo contrario corría peligro de que lo encontraran y le
hicieran daño.
Logra atraparlos, y ponerlos en manos de la policía federal, pasado un par de días el investigador se entera por un oficial que los malhechores escaparon de la cárcel, pero no solo eso ocurriría ya que semanas después luego de una extensa búsqueda por sus familiares y la policía nadie más supo de ellos.
Mientras tanto las cosas en la empresa empezaron a empeorar, ahora las desapariciones no solo ocurrían en el mes de octubre sino podía suceder en cualquier momento, los hechos se repetían con mayor frecuencia coincidiendo con la desaparición del investigador dentro de la empresa. sucediendo una tarde que fue a registrar una oficina de máquinas…
"Hondo Jagüel" de José Luis Prieto
https://soundcloud.com/user-522570330/whatsapp-audio-2020-12-02-at-161210
La noche, lenta, inexorable, doblegaba al día.
El día resistía el ocaso, entregando sus últimos destellos
púrpuras.
Desde el rancho, el hombre, sentado a la mesa frente a una
botella, un vaso y un recorte de diario, hundía su mirada y sus pensamientos en
el negro e insondable rectángulo del
vano de la puerta.
Desde la noche, el candil a kerosene, remarcaba un
rectángulo amarillento, tenue y titilante que dejaba ver un rostro agobiado,
fatigado.
La ginebra, lenta, tan inexorable como la noche, recorría
áspera y calcinante el sendero hacia el socavón del alma.
Así como la noche acalló las voces de la luz y dio paso a
las voces de la oscuridad, la ginebra, como una densa niebla, opacaba recuerdos
de una vida de esfuerzos y esperanzas, pero esa misma niebla reavivaba
recuerdos incomprensibles, lacerantes.
Como eco lejano escuchaba una rara melodía que lo
inquietaba.
El vaso vertía su contenido más ansioso, más necesario.
La melodía era ahora intensa y cautivante y lo incitaba a
viajar entre tinieblas. A pesar de que ya la había escuchado antes, lo acosaron
las mismas sensaciones encontradas.
El alcohol sometía los sentidos manejándolos a su antojo,
mientras resucitaba voces, voces familiares que lo buscaban. El, ansiaba
reunirse con ellas, porque esas voces debían llamarse a sosiego. Sin embargo,
eso era algo que no sabía resolver.
Una secreta fuerza lo mantenía atado a la silla.
La mano buscó torpemente la botella y la volcó. Ésta rodó
por la mesa y cayó al suelo. La tierra bebió con avidez su último contenido.
El hombre, dubitativo y tambaleante, se dirigió hacia el
umbral de tinieblas, lo traspuso y tropezando con piedras y ramas se internó en
la espesa negrura.
Avanzaba cautivado por la melodía, persiguiendo las voces,
hasta que lo rodearon tres pares de ojitos cándidos, tiernos, brillantes. Esos
ojitos bailaban alegremente a su alrededor, dejando oír sus risas cristalinas.
Poco a poco, la ronda se hizo más vertiginosa y violenta. Ahora los ojitos
reflejaban ansiedad, temor, terror. Las risas se tornaron en gemidos y gritos
desgarradores.
Confundido se cubrió con un brazo los ojos y con el otro
desenvainó el cuchillo. Enajenado comenzó a cortar en cien pedazos a la noche.
Danzaba alocado apuñalando la nada cuando el cuchillo se hundió profundamente
en algo blando y tibio. Un líquido viscoso y caliente bañó su brazo.
El acero continuó con su inexplicable búsqueda y penetró
otras dos veces en la vida.
El hombre siguió con su grotesco delirio hasta que exhausto
cayó de espaldas.
La noche recuperó la quietud.
Horas más tarde, el abrasador sol de la media mañana que
resecaba su rostro lo despertó. Como no pudo abrir los ojos, se arrastró hasta
la bebida de los animales y sumergió la cabeza en un caldo espeso y verdinoso. Al levantarla chorreando, observó atónito los
cuerpos de tres corderos de apenas meses de edad que yacían degollados y con
los despojos esparcidos en un lodazal carmín.
Se miró las manos ensangrentadas, dejó caer el cuchillo y al
comprender lo que no quiso o no pudo comprender entonces, lloró sin consuelo
hasta agotar la última lágrima como aquella vez.
Vacío de ánimo, se encaminó con firme decisión hacia otro
umbral de tinieblas. Esta vez el umbral a trasponer era un círculo negro e
insondable.
Llegó hasta él, levantó la mirada, llenó de monte sus ojos,
aspiró el aire cálido y se dejó caer blando, abandonado.
Segundos después recibió un seco azote y se dejó hundir
blando, abandonado.
Un mareo azul y dulzón lo fue invadiendo. Una sensación de
placidez desalojó su martirio, apagó sensaciones, sentimientos.
Ya no hay cuerpo, no hay recuerdos, no hay tormento.
Solo paz...
Por fin la paz...
El ramalazo de viento que castigó al rancho arrancó el
recorte de diario que estaba sobre la mesa. Este traspuso el umbral de la
puerta y se perdió en el monte tropezando con piedras y ramas.
En él se podía leer:
Después de purgar diecisiete años de cárcel y en
consideración a su buena conducta, Miguel Caniqueo recuperó la libertad.
Como se recordará, Caniqueo fue condenado a cadena perpetua
por haber sido encontrado culpable del asesinato de sus tres hijos: Miguel de
cinco años, Mahillín de cuatro y Nahuel de dos.
El hecho ocurrió días después que su joven compañera, Regina
Vera, fuera hallada muerta en la Cañada de los Choiques, violada y asesinada
por unos abigeos que merodeaban la zona y que la policía nunca logró apresar.
Miguel, un hombre hecho a las carencias y a la dureza de la
vida, no soportó este injusto dolor y descargó su impotencia y su furia contra
los seres que más quería.
El “Chilote” siempre proclamó su inocencia. Aseguraba que
jamás hubiera podido cometer semejante crimen, que otro había sido el asesino y
que él, estando borracho, no fue capaz de reconocer.
Lo cierto es que el Juez, ante las evidencias halladas, no
dudó en condenarlo.
Organización, recopilación y jurado: Prof. Anabel Iglesias, María del Carmen de Simone y Ma. Eugenia Ceriani
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