jueves, 8 de octubre de 2020

NUEVOS ESTRENOS

Te presentamos las nuevas producciones y a preparar los pochoclos:

Haciendo clik en cada link, comienzan las historias:



  • "Fragancia de manzanos" de Magdalena Gauna:

https://soundcloud.com/34sanmartin-blog/trabajo-de-magdalena-gauna-fragancias-de-manzano-completo-ok-1


  • "Suspenso" de Marcela y Cristina Aguirre con la participación de Luis Espinoza, edición de Roberto Portillo.

https://soundcloud.com/34sanmartin-blog/trabajo-sobre-suspenso-de-marcela-y-cristina-aguirre

  • "Una Noche distinta" de José Luis Prietto

                                    UNA NOCHE DISTINTA

Faltaban algunos minutos para el cierre del local de la juguetería, cuando una niña, de carita redonda, ojos color miel, nariz casi inexistente inmersa en un mar de pecas, miraba absorta a Barbie, la que con gesto seductor se mostraba ante ella. De pronto, señalándola   con su dedito le reclamó casi sollozando a su   madre: ¡Quiero esa muñeca! ¡Cómpramela mamá!

La madre con gesto de fastidio accedió al pedido de su hija.

Mientras esto ocurría, Ken moviendo ampulosamente los brazos y dibujando su mejor sonrisa, quería convencer a la niñita que lo comprara   a él también.

 Apesadumbrado por no haber conseguido su objetivo, dirigiéndose a Barbie le suplicó: ¡Escóndete, no dejes que esa niña te lleve!¡No sé qué voy a hacer si me quedo solo! ¡Moriré de angustia! Fue inútil su intento, un empleado tomó a Barbie y la llevó hasta el empaque.

Ken se sentó en el estante, sin saber que hacer. Meditaba su nueva situación, cuando se apagaron las luces del local. La oscuridad y el silencio   envolvió todo el ámbito de la juguetería.

Ken se recostó mirando el cielorraso tratando de conciliar el sueño.

Un murmullo de voces y risas atrajo su atención. Se deslizó hasta el borde del estante y buscó ubicar el origen de dichas voces. Al asomarse perdió el equilibrio y cayó al vacío. Por suerte, un cesto lleno de pelotas de goma amortiguó su caída. La flexibilidad de las mismas impidió que el cuerpo de Ken sufriera alguna rotura o torcedura.

Repuesto del golpe, observó que el cesto que contenía las pelotas era un entretejido de alambres. Pensó un instante y decidió llegar hasta el piso del local, utilizando el tejido como escalera.

Ya en el piso, el titilar incesante de luces de distintos colores provenientes de los carteles de la calle, iluminaban parcialmente el entorno. Descubrió una multitud de ojos brillando como estrellas que lo miraban fijamente. Eran los distintos animalitos de peluche ubicados en las estanterías.

Cuando lo vieron: ¡Es el engreído de Ken! -Le comentó un perrito dálmata a un caniche que tenía a su lado -y agregó. ¡Que diablos hace este tipo aquí!

Al escucharlo, Ken contestó: por un descuido, me caí del estante.

¡No queremos compadritos como tú por estos lados! Rugió amenazante el león           

¿Compadrito? Yo soy un caballero de clase, no gentuza como ustedes. -Le respondió desafiante Ken.

 ¡Cuidado con lo que dices! ¡Yo puedo devorarte de un bocado! Afirmó el tigre, relamiéndose.

Aunque quisieras, no podrías hacerlo, tengo astucia e inteligencia suficiente para evitarlo.

Ven aquí chiquillo, ven aquí…  me duele mucho la garganta. ¿No quisieras revisarla? –le pidió con sorna el cocodrilo, abriendo grande su dentada boca.

Je…je…je… yo no soy médico, no puedo ayudarte, búscate a otro más tonto que yo.

Las respuestas de Ken enfurecieron a los animales de peluche, los cuales comenzaron              a rodearlo amenazadoramente.

 Al verlos acercarse, éste, se alejó de ellos corriendo velozmente.

Al tiempo, sintió que sus fuerzas lo abandonaban y al mirar hacia atrás para comprobar si aún lo perseguían, no se percató del hueco que tenía por delante y se precipitó al vacío. La caída no tenía fin y un remolino de viento lo arrastraba hacia un centro incandescente como un sol que lo encegueció. Desesperado, comenzó a mover piernas y brazos tratando de detener la caída mientras que pedía socorro a toda voz.

Barbie asustada lo sacudió para despertarlo.

¡Que te pasa Ken! ¡Te mueves y gritas como loco!  

El reaccionó algo confundido, miró a su alrededor buscando una explicación, luego ya repuesto, exclamó: ¡Barbie, que haces aquí!

¡Cómo que hago aquí! ¿Dónde debería estar? – contestó ella.

Bueno…je…je…je…Tienes razón, no sé qué estaba pensando, perdóname.

Apropósito: ¿Cómo pasaste la noche? ¿dormiste bien?

Yo dormí plácidamente, - Y continuó: -Es un alivio verte.  Ahora estoy más tranquilo. 

 Hizo un largo silencio y finalizó: ¿Sabes una cosa, Barbie?  Creo que voy a escribir un cuento. Je…je…je…

 José Luis Prieto    (05/05/20)

  • "El Zorro" de Mario Zabala

 


 ¡Compartilas...ya son un clásico! 

Prof. Florencia Ch.                                                                                                 


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